Más allá del dancefloor
La trascendencia del DJ y de la escucha ambiental
En menos de 24 horas se ha generado una avalancha de críticas al Govern de les Illes Balears por suspender la actividad de los Djs en un comunicado que se ha rectificado horas después ( Ver imágenes del final el artículo), dado el aluvión de reacciones desde el sector. Se ha pasado de “la actuación de un DJ no se puede considerar ni música ambiental ni tampoco música en vivo” a “la actuación de un DJ es una actividad cultural de música en vivo y por tanto permitida”. Mientras leía las idas y venidas de noticias y tweets relacionados, bulos y confusiones varias incluidas, me he puesto a escribir este artículo que al fin y al cabo sirve para poner en valor la figura del DJ, más allá de la pista de baile, en Baleares y allende los mares.
Explico a menudo que los momentos que más disfrutaba en mi residencia como DJ en Blue Marlin Ibiza eran los jueves. Ese día me tocaba de 12 de la mañana a 5 de la tarde. Llegaba y ponía la primera canción, me desayunaba un café y un zumo y seguía poniendo música con el mar como decorado de fondo. Al cabo de poco tiempo ya tenía la sensación de estar moldeando el ambiente, de estar generando algo invisible pero que se podía palpar. Sentía el poder que tiene la música para generar estados de ánimo. Para acompañar momentos y para sutil - o no tan sutilmente- potenciarlos. Lo digo con toda honestidad. Lo sentía. Flotaba en el aire. Algunos clientes estaban en las camas de la playa y otros empezaban a comer. En 5 horas de sesión nadie solía bailar pero se me acercaba gente a menudo para interesarse por la música o para darme las gracias con caras de felicidad.
He escrito varias veces que para mí, como DJ, a pesar de lo que muchos podrían pensar, lo máximo es pinchar para el sunset. Claro que me gusta hacer bailar, pero ponerle banda sonora al Rey Sol es algo más grande que todos nosotros. Es algo universal. Hacer de ese momento tan simbólico - y tan ibicenco -algo emotivo. Que acompaña a la audiencia en un viaje mientras con la música se les toca el corazón. Toc-Toc. Y es que la música es inherente al ser humano. Al universo, de hecho. La vibración universal, el orden matemático, la armonía de las esferas, su resonancia en nuestros cuerpos... Todo ello es música, con su alma, y ella nos ayuda a conectar con lo espiritual. Perdonen que me ponga intensito y trascendental pero estamos a merced de la naturaleza, quieran o no. Y precisamente la pandemia lo ha puesto de manifiesto, medidas políticas y conspiraciones a parte.
Volvamos al redil. Lo grave de la situación vivida estas últimas 24 horas ya no ha sido solamente que el colectivo de DJ's se viera amenazado con sufrir un varapalo económico, incluso mayor del que ya estaba sufriendo, sino que se hayan tocado varias cuestiones de base que dejaban en entredicho el papel del DJ y el valor cultural de su actividad.
La música hace de nuestra vida algo mejor. Intensifica momentos, los hace memorables y genera emociones, a veces incluso, de una manera inconsciente. La música la podemos escuchar en privado eligiendo un disco o una emisora, o últimamente, en playlists de alguna plataforma de streaming. La podemos vivir también colectivamente tanto si es un hilo musical como si es en directo. Pero lo que hace de la actividad del DJ algo único y valioso es que el DJ, como especialista musical, le da una intención a esa música. Elige una canción determinada, en un momento, en un lugar y para una audiencia dotando a esa canción de un significado concreto. O sea, cada vez que la pone resignifica una pieza musical para regalársela al oyente y hacer de ese instante algo único.
Además aquellos que equiparan el valor de un DJ al de una playlist de Spotify lo que hacen es deshumanizarnos, dejarnos a merced de un algoritmo y desproveernos de los instantes que se convierten en únicos porque somos nosotros, humanos todos, los que les damos sentido y los hacemos especiales en el aquí y en el ahora. Y repito de la importancia de la intención de nuestro actos. Poner una playlists random sin demasiado criterio no tiene mucho que ver con el DJ que elige poner una canción que ha seleccionado previamente de entre cientos – o miles – para musicar un momento determinado. El trabajo de un discjockey trata de escuchar horas de música cada día. Seleccionar, archivar y además, tener la sensibilidad de saber leer un momento y atribuirle esa canción que lo convierte en un momento mágico. Creo que todos somos conscientes de ese poder de la música, ¿no?
Además esa supuesta decisión del Govern negaba la idiosincrasia del propio territorio que gobierna. O es desconocimiento. O, peor incluso: no reconocimiento. He ahí lo que creo que genera más indignación. Si no se entiende que la figura del DJ es algo culturalmente asociado a Ibiza, y que esa figura va mucho más allá de la música de baile es que no conoces el territorio que gobiernas. De hecho la mayoría de actividades de DJ en Ibiza son para ambientar y no van dirigidas a una pista de baile y por lo tanto no debían generar más situaciones de riesgo que la de cualquier otra actividad de música en directo. Incluso matizaría las palabras de Mariano Juan Colomar, vicepresidente del Consell Insular de Ibiza, quien sí defendía precisamente la actividad del DJ: “El Consell d' Eivissa ha pedido una rectificación al Govern Balear respecto de la decisión tomada ayer de prohibir que los DJ amenicen en los establecimientos en las mismas condiciones que los demás artistas. La música electrónica es una parte muy importante de nuestra industria“. Mi matiz es respecto a la última frase. Un DJ no tiene porque solamente pinchar música electrónica. E Ibiza es justamente cuna de un concepto musical, el “balearic”, que tiene en el eclecticismo y la mezcla de géneros su santo y seña.
Precisamente una de las cosas que hemos podido comprobar durante los tres años que tardamos en escribir Luis Costa y servidor “Balearic: Historia Oral de la Cultura de Club en Ibiza” (Contra, 2020) es como los políticos de las Baleares, y por supuesto, los mismos políticos ibicencos han mirado siempre a otro lado. Como si no fuera con ellos. Y estamos hablando de que Ibiza es un lugar que tiene una importancia capital en la cultura popular mundial. Y no se ha querido ver. Nunca se ha querido defender desde las instituciones. Eso es lo que creo que hace sentir más impotencia al colectivo de DJs ibicencos y de todas aquellas personas que conocen del valor de su trabajo. Si una medida afecta a los intereses económicos de un colectivo, sin más, la protesta puede ser legítima, por supuesto, pero si lo que demuestra es la distancia de la clase política de la realidad y el desconocimiento de una realidad inherente a su territorio, o de un prejuicio, una parte de la sociedad se siente desprotegida. Esta es una de las razones que justifica que por fin el colectivo de Djs y productores de las Pitiusas hayan decidido asociarse finalmente en una asociación que se presentará públicamente este próximo jueves. Y esperamos que DIPEF (Discjockeis i Productors Eivissa Formentera) pueda recortar esa distancia histórica con la clase política.
Y acabo con Pepe Roselló que en la entrevista incluida en “Balearic” citaba a un tal Platón: "La música es una ley moral que da el alma al universo, alas a la mente, fantasía a la imaginación, encanto a la tristeza, impulso a la alegría y da vida a todas las cosas. Una parte invisible pero siempre brillante, apasionada y eterna”
Artículo de opinión de Christian Len; periodista co-autor de "Balearic: Historia oral de la cultura de club en Ibiza" (Contra,2020)
El @Consell_Eivissa ha pedido una rectificación al Govern Balear respecto de la decisión tomada ayer de prohibir que los DJ amenicen en los establecimientos en las mismas condiciones que los demás artistas. La música electrónica es una parte muy importante de nuestra industria
— Mariano Juan Colomar (@MJC_Ibz) June 1, 2021
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Foto: Vista desde la cabina de Hostal La Torre.