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Crónica: Conmemorando tres décadas de Time Warp en Mannheim

Reviviendo el 30º aniversario del legendario festival alemán con Sven Väth, Golfos y muchos más en cabina

  • CATERINA GÜNTHER
  • 23 April 2024
Crónica: Conmemorando tres décadas de Time Warp en Mannheim

En las calles la emoción era evidente. Desde semanas atrás, los amantes de la música electrónica de todo el mundo esperaban con ansias este día. Las redes sociales estaban llenas de especulaciones, los playlists se actualizaban con las últimas pistas y las conversaciones giraban en torno a qué sets no se podían perder. El Time Warp, un pilar en el mundo de la música electrónica, celebraba su trigésimo aniversario, y en MixMag nos sumergimos en una jornada que prometía ser recordada en el tiempo.

El sol de Mannheim acariciaba nuestras mejillas mientras explorábamos la ciudad, como si el universo mismo se hubiera alineado con nuestras ganas de festival. Fue un día digno de recuerdo, uno de esos raros regalos del clima alemán que nos brindaba 28 grados, un día de verano como tal en pleno abril. Aprovechamos cada rayo de sol, recorriendo los parques más encantadores en nuestras bicicletas y terminando las horas de luz con una deliciosa comida cerca de Paradeplatz.

Con el anochecer, la emoción por el festival crecía y nos preparamos con entusiasmo para pasar más de 12 horas en el evento. Nos desplazamos en tranvía, que nos dejó a solo dos minutos a pie del festival. Es de destacar que el gobierno se alió con el evento, permitiendo a los asistentes utilizar el transporte público de forma gratuita al presentar la entrada al festival, una iniciativa brillante que facilita el acceso al venue.

Aunque esta era mi tercera vez asistiendo al Time Warp, la emoción seguía siendo la misma que en años anteriores, con la expectativa de vivir otra vez la experiencia única que ofrece este festival. Alrededor de las 2 de la madrugada entramos al recinto y nos recibió el icónico pasillo que conduce a los 7 distintos escenarios del festival, una imagen que daba pistoletazo de salida a nuestra experiencia en el Time Warp.

Aunque mi intención era ver a Ogazón (quien, en mi opinión, era la propuesta más fresca del cartel), lamentablemente llegamos tarde, así que nuestra primera parada fue para disfrutar del set de Honey Dijon, quien subió la temperatura de la pista con su estilo house justo después del b2b de Chloe Caillet y Desiree. Como siempre, la organización del Time Warp mantuvo el control del aforo del festival, permitiendo que los asistentes disfrutaran de la música sin aglomeraciones y con espacio suficiente para bailar cómo se debe en un evento de esta magnitud.

Aunque estábamos disfrutando de la música, decidimos cambiar de escenario y dirigirnos a disfrutar del set de Fjaak, quienes estaban a punto de empezar en el escenario de enfrente. Antes de entrar, hicimos una pausa en el emblemático pasillo mientras se mezclaban los ritmos moderados de Honey con los ritmos acelerados de Felix y Aaron. Al adentrarnos en el Floor 6, la atmósfera cambió por completo. De repente nos sentimos como si estuviéramos en un megaclub de Berlín, con la gente bailando con los puños en alto y una fuerte energía que nos envolvió de inmediato. Sin embargo, durante el set la EQ de las PA’s parecía no estar del todo ajustada y se creó una bola de grave, fue entonces cuando decidimos dar otra vuelta para descubrir qué más nos deparaba el festival.

Fue en ese momento en el que nos dirigimos a los principales escenarios del festival y nos encaminamos hacia el Floor 2 para presenciar la actuación de ‘PapáSven. Este año, la organización mejoró la disposición del acceso a estos dos escenarios principales debido a su magnitud, instalando vallas que permitían un mejor control de entrada y salida. Al adentrarnos, nos recibió una majestuosidad indescriptible. Los escenarios se abrían ante nosotros con una producción imponente que, sin importar cuántas veces hayas asistido al evento, siempre logra sorprenderte: pantallas enormes, sonido de primer nivel, luces deslumbrantes... El techo del Floor 2 parecía iluminarse con rayos de colores cada vez que Sven lanzaba una bomba, sonriendo mientras levantaba el disco con la mano al más puro estilo Väth.

Alrededor de las 4 de la mañana, no dudamos ni un segundo y corrimos hacia el Floor 5 para presenciar la actuación del inigualable Ricardo Villalobos. Estábamos llenos de expectación: “¿Hoy tendrá un día bueno o malo?”. Mientras nos dirigíamos al escenario, mi amigo Raúl expresó su presentimiento de que hoy sería uno de esos sets memorables. ¡Y vaya si lo fue! Disfrutamos viendo a un Ricardo en su elemento, tocando sus mejores discos mientras interactuaba con la multitud. Era algo inevitable: el público estaba encantado, él estaba feliz, y nosotros más que satisfechos por haber presenciado uno de esos sets de Ricardo que no se olvidan fácilmente.

Cuando llegaron las 5 de la mañana, se unieron al grupo el resto de amigos que tenían entrada para después de esa hora (una estrategia inteligente por parte de la organización para mantener los escenarios llenos hasta el final). Nuestro meeting point con ellos era el Floor 3, donde Mochakk estaba tocando. Al entrar, no podíamos creer lo que estábamos escuchando. Quizás fue porque no he seguido mucho su carrera el último año, pero lo que recordaba de Mochakk es que estaba más vinculado a la escena tech house. ¡La sorpresa fue mayúscula cuando lo vimos mezclando acid techno a ritmos super acelerados! Nos sorprendió gratamente (a mí al menos…).

Llegó el momento de relajarnos y nos dirigimos al chill-out area para descansar y comer algo. La zona estaba perfectamente diseñada, con césped artificial y numerosos bancos donde la gente podía descansar o disfrutar de una siesta rápida para recargar energías. Después de llenar nuestros estómagos, retomamos la aventura y nos dirigimos al Floor 5 (mi favorito), para ver a Seth Troxler y Golfos, el dúo formado por Pawsa y Dennis Cruz.

Este escenario era de un tamaño perfecto para mí, ni demasiado grande ni demasiado pequeño, ni demasiado lleno ni demasiado vacío, y sobre todo, la música era simplemente excelente. Disfrutamos del set de estos tres genios, quienes parecían estar pasándolo en grande mientras lanzaban bomba tras bomba. Todavía recuerdo el momento en que Pawsa tocó 'Chi Ci Pensa' de Patagonia. La pista rebosaba felicidad y buena vibra, y la verdad es que me costó dejar ese escenario, pero por decisión unánime, nos movimos a un escenario techno ya que necesitaban un cambio de ambiente.

Así que, llegada la hora y ante la amplia oferta de artistas, no podíamos dejar pasar la oportunidad de presenciar el set de Nina Kraviz para continuar nuestra experiencia en el Time Warp. Para mí, su actuación fue el punto culminante del festival. Carismática como siempre, Nina irradiaba energía mientras deleitaba al público con una selección ecléctica que iba desde el trance hasta el acid y el techno. Uno de los momentos más emocionantes de su set fue cuando hizo sonar "Just A Happy Song" de Vladimir Dubyshkin, un productor recurrente en Трип, el sello discográfico de Nina.

Lo que hace que el Time Warp sea tan especial es precisamente esto: la diversidad musical que ofrece durante más de 20 horas, donde puedes pasar de disfrutar de un happy trance con Nina Kraviz a sumergirte en la maestría de la vieja escuela de Kevin Saunderson. Dascinante.

A las 8 de la mañana, nos dirigimos, como era de esperar, al Floor 4 para presenciar el cierre de ese escenario de la mano de la leyenda francesa Laurent Garnier. La atmósfera en ese escenario es simplemente mágica. Con el sol asomando y las primeras luces del día, nadie parece importarle que las paredes estén empapadas de sudor, ya que están tan extasiados de felicidad que esa energía se contagia desde el momento en que pones un pie en ese icónico escenario.

Laurent Garnier regaló a la multitud con temas de house de los 90, impregnados de pianos y violines, y gesticulando de esa manera tan característica suya como si estuviera dirigiendo una orquesta. Cuando los organizadores empezaron a repartir camisetas con el mensaje "Thank you Laurent for 30 years", la gente enloqueció por conseguirlas. Algunos se peleaban por una camiseta, mientras que otros ni siquiera se daban cuenta de lo que estaba ocurriendo porque estaban completamente inmersos en el momento. Fue un momento increíble, una core memory que perdurará en la memoria de muchos que estaban en esa sala.

Justo después de presenciar este momento histórico, con Laurent cerrando el Floor 4 tras 30 años consecutivos, era hora de explorar el Floor 1, el más grande de los siete escenarios del recinto industrial y que todavía no habíamos visitado. Allí pudimos disfrutar de la música del distinguido embajador de la escena techno napolitana, Joseph Capriati, quien rápidamente nos puso los pies a la tierra otra vez con sus potentes y elegantes temas que resonaban por toda la nave. A pesar de ser un escenario enorme, probablemente uno de los más grandes en los que he estado, la pista seguía llena a las 11 de la mañana y la energía no parecía disminuir en lo más mínimo. Era evidente que la gente estaba totalmente entregada a la celebración de los 30 años del Time Warp con pasión.

En las últimas horas del festival, solo quedaban abiertos dos escenarios: el Floor 1 con Richie Hawtin y el Floor 3 con Marco Carola tocando b2b con Jamie Jones, Seth Troxler y Stevie Martinez, una de las mitades del respetado dúo The Martinez Brothers. Decidimos comenzar viendo a Richie Hawtin. Detrás de él, unos visuales de un tornado se alzaban mientras el respetado selector inglés nos hipnotizaba con su elegante selección de techno profundo.

Cuando nuestras piernas empezaban a doler de tanto bailar, nos dirigimos al otro escenario para presenciar el b4b de esos cuatro titanes de la electrónica y así terminar el festival con el buen rollo impregnado en el cuerpo. Fue un cierre impresionante. Nos hicieron bailar hasta que la música paró y todo el mundo aplaudía, incluso algunos derramaron lágrimas de emoción. Y así, entre beats y sonrisas, bailamos hasta el mediodía, celebrando tres décadas de puro amor por la música electrónica. Gracias Time Warp una vez más.

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